Vivir más de dos vidas, ver lugares lejanos, enterarse de lo inimaginable, tener un gran amor de los años cincuenta, luchar en la guerra, morir lentamente, renacer, ser padre ó incluso comprender a un asesuno serial…
…Conocer otros mundos, contruirlos y recontruirlos. “Viajar a Portugal”, encontrarse en “…un lugar de la Mancha, cuyo nombre no me acuerdo” o perderse en el “Laberinto del Fauno” son algunas de las emociones y vivencias que nos dá la literatura.
Leer nos permite recuperanos de la vida y entregarnos a ella. Ver lo que antes no mirabamos, vivir otra vida, en otros tiempos y otros cuerpos.
Nos permite comprender al mundo y mirarlo en todas sus formas.
La literatura sirve para vivir más.
No para vivir más años, sino para vivir más intensamente el tiempo, por corto que sea, para significar y codificar al mundo.
Sirve para enaltecer el espíritu, para ser más y mejores humanos, para compartirnos con los otros, para ser interesantes y de buena conversación.
Sirve para ser sensible y experimentarlo todo.
Tener un libro es nunca estar sólo.
Escribir un libro es nunca morir.
Compartir un libro es dar vida.
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